Reseña: La Niña Alemana - Armando Lucas Correa

Datos del libro:

Número de páginas: 448

Editorial: Ediciones B

Peso: 400 gramos

Formato: Rústica

Contenido para adultos: No

¡¡¡Mil gracias Ediciones B Argentina por el ejemplar!!!

Sinopsis:

Inspirada en un hecho poco conocido: la negativa de Cuba y otros países a recibir a los judíos que huían de la Alemania nazi a bordo del transatlántico St. Louis. Finalmente, solo a unos pocos se les permitió desembarcar.

Antes de que todo cambiara, la vida de Hannah Rosenthal era de ensueño. Pero ahora, en 1939, las calles de Berlín están embanderadas de estandartes nazis, su familia ha sido desposeída de sus bienes y los judíos ya no son bienvenidos en los lugares que antaño frecuentaban. Hannah y Leo Martín, su mejor amigo, sellan un pacto: pase lo que pase, ambos compartirán un mismo futuro.

La próxima partida del transatlántico St. Louis con rumbo a Cuba les proporcionará una chispa de esperanza. Tras una ardua gestión para obtener visados, los Rosenthal y los Martín se embarcan en la lujosa nave con destino a La Habana. La vida a bordo del St. Louis se asemeja a unas vacaciones surrealistas para esos refugiados, pero los rumores inquietantes desde Cuba no tardan en ensombrecer el ambiente festivo, y la nave que prometía ser su salvación parece a punto de convertirse en su sentencia de muerte. Hannah y Leo se ven enfrentados a una decisión desgarradora...

Siete décadas después, en la ciudad de Nueva York, el día que cumple doce años, Anna Rosen recibe un paquete de Hannah, una tía abuela a la que nunca conoció pero que crió a su difunto padre. En un intento de reconstruir el misterioso pasado de su padre, Anna y su madre viajan a La Habana para reunirse con la anciana. Hannah les relatará el viaje en el St. Louis, les hablará de sus años en la isla y revelará, por primera vez, el modo en el que ella y Leo cumplieron con el solemne pacto que sellaron.

 
Es la primera vez que leo algo relacionado directamente con la Segunda Guerra Mundial y si bien imagine que iba a ser muy crudo todo lo relacionado a la persecución que se instauró por aquél tiempo, creo que nunca imaginé hasta qué punto llegaban los horrores que tuvieron que vivir millones de personas.

Verdaderamente tome conciencia y supe de muchísimos datos gracias a este libro; les puedo decir que desde la primera página nos introducimos de lleno en la mente de su protagonista principal Hannah Rosenthal una niña de 11 años que ya a primera vista no posee ni la mente, ni la destreza de una niña (en muchísimos sentidos) a pesar de seguir siéndolo y ese fue el primer shock que me lleve: Una pequeña a la cual las circunstancias no le permitieron crecer como tal en especial se comprueba al revelarnos el primer plan que elabora y del cual en más de una ocasión creí que lo había llevado a cabo (no les daré spoiler), por lo que más de una ocasión me encontré con los nervios de puntas.

A través de Hannah conocemos sus aventuras, a su mejor amigo (un niño

adorable pero el doble de pícaro que ella misma) y todas las penurias que debe pasar entre lidiar con unos padres que están entre presentes y ausentes a la vez, en especial tomando en cuenta a su madre que transita en, prácticamente toda la historia, un estado de dramatismo y egoísmo absoluto por el hecho de desprenderse de sus riquezas y de su reconocimiento como una “Diva”.

Veremos cómo le afecta psíquicamente a una niña y a toda su familia el hecho que de golpe y porrazo ya no sean reconocidos como alemanes por tener ascendencia judía, como sufren el desprestigio, las acusaciones, los maltratos y especialmente la persecución de un país que los vio nacer, al cual amaban e idolatraban y del cual en el término de unos meses fueron expulsados y repudiados.

Desde ya les cuento que más allá de la creencia popular de que sólo en Alemania se daba esta situación de discriminación veremos como también se dio en todo el mundo, como los pasajeros que abordaron el Sait Louis  sufrieron el rechazo de múltiples países.

Más allá de que unos pocos afortunados lograron ingresar a Cuba (y otros en distintos países europeos), en este grupo seleccionado de pasajeros estaban Hannah y su madre, las cuales se vieron obligadas a cambiar la identidad y vivir casi en las sombras debido a la impopularidad de la que gozaban los inmigrantes.

Por parte de esta pequeña tenemos tres grandes momentos: el primero cuando nos relata su infancia y su huida; el segundo en donde vemos cómo se convirtió en toda una jovencita que trata de sobrevivir en un país en cual no logra encajar del todo al tiempo que se encarga de lidiar con su madre que se ha convertido en toda una cascarrabias; y por último el tercero en el cual nos encontramos ante una anciana que relata lo vivido a su único pariente vivo: Anna Rosenthal (su sobrina nieta).

También conoceremos la vida de Anna (de forma intercalada en los capítulos con los de su tía abuela) y veremos cómo a pesar de las diferencias de tiempo, espacio y circunstancias, ambas encontrarán un nexo innegable que las une: un pasado, un presente y un futuro unidos por años y años de sufrimiento y del cual hay una esperanza de escapar al conocer su historia.      

Para terminar sin darles demasiados detalles, les diré que La Niña Alemana es un libro para sumergirse de lleno y conectarnos con parte de nuestra historia como si la viviéramos en carne propia, seremos testigos de las atrocidades y las conveniencias políticas pero más allá de eso de la lucha interminable de millones de personas y cómo a pesar del tiempo sus descendientes se verán afectados.    

(No me quiero olvidar de comentarles que al finalizarlo el autor hizo una recopilación de fotos y firmas de los pasajeros del barco, lo cual verdaderamente me sorprendió a la vez que me acongojo porque todo tomó otra dimensión muchísimo más realista).  

 

Frases:

“Nos sentamos debajo de la ventana del destartalado comedor, rodeada de colillas de cigarro y charcos de agua sucia. Este es nuestro escondite favorito. A veces el Ogro (militar) nos ve y nos grita con desprecio “La palabra con la jota” que Leo y yo nos negamos a pronunciar. Somos alemanes antes que nada, como repite mamá”

“Las noticias, en la voz distorsionada de la maltrecha radio del Ogro me saca de mis patéticas lamentaciones. Habrá nuevas reglamentaciones y leyes que cumplir. Doy un salto a cada nueva orden, que resuena como un rugido. Me duele.

Será obligatorio reportar todas nuestras posesiones. Muchos tendremos que cambiarnos los nombres y vender nuestras propiedades, nuestras casas y nuestros negocios al precio que ellos determinen.

Somos monstruos. Robamos el dinero de los otros. Esclavizamos a quienes tienen menos. Destruimos el patrimonio del país. Hemos desangrado a Alemania. Apestamos. Creemos en dioses diferentes. Somos urracas. Somos impuros. Miro a Leo, me miro, y no consigo ver la diferencia entre él, Gretel y yo.”  

“Al terminar de detallar página por página nuestros documentos, el Ogro humedece en una almohadilla de tinta roja el sello con el que estampa nuestra partida. Lo presiona con fuerza sobre nuestras fotografías, y con cada golpe mamá se estremece sin bajar la mirada. Quedamos marcados con una infame “J” roja en el único documento de identidad que nos acompañará en nuestra aventura cubana. Una cicatriz indeleble. Pertenecemos por siempre a los desterrados, a los que nadie quiere, a los que expulsaron de sus hogares desde épocas remotas.”

5/5